Dicen que Asia nunca duerme… Y es cierto. Los vendedores de comida siempre están presentes en las calles de Bangkok, turnándose para ofrecer todo tipo de platillos. Empecemos por el desayuno. Como normalmente no acostumbro comer nada por la mañana decidí optar por algo ligero… Ya conforme me vaya acostumbrando me aventuraré por algo más substancioso…
Entre 7 y 8 de la mañana es común ver carritos que venden leche de soya y una especie de agua de jengibre.
La leche de soya es muy ligera, no es dulce para nada, y se sirve tibia, con una semilla que en Thai se conoce como «pae kuay», me recuerda una especie de haba.
El mismo puesto por lo regular también sirve jengibre:
La infusión de jengibre es fuertísima, incluso un poco picante y ligeramente dulce (pero no tiene azúcar) y se sirve con churritos (simplemente fritos, no dulces, en Thai se llaman «pa tong ko») y un poco de tofu cortado en el momento (del tipo muy suave, como silken tofu).
De nuevo se vuelven a ver estos platillos en la noche, como merienda, alrededor de las ocho y antes de que lleguen los platos fuertes… Por cierto anoche comprobé los beneficios del jengibre y el limón! Un nefasto de dolor de garganta -cortesía de los aires acondicionados omnipresentes en interiores- desapareció después de tomar un bol de jengibre con el jugo de un limón… Hoy desperté como si nada y se lo atribuyo a este maravilloso kick de especias y vitamina C!