Myanmar, nombre oficial, también conocido como Burma (en inglés) o Birmania (en español), es un país que permaneció cerrado al mundo hasta hace apenas unos años. Fue colonia Británica de 1885 a 1948, cuando ganó su independencia, pero a partir de 1962 y hasta 2011 vivió bajo un regimen militar opresivo que lo mantuvo aislado de la modernidad. Aung San Suu Kyi (aka «The Lady»), hija del General Aung San que peleó por la independencia de los británicos y fue asesinado 6 meses antes de obtenerla, legendaria líder de oposición y Premio Nobel por la Paz, permaneció detenida por años en diversas ocasiones entre 1989 y 2010. El 30 de Marzo de 2016 tomó posesión como Consejera de Estado luego de la victoria electoral a finales del 2015 del partido que lidera, la Liga Nacional por la Democracia. Encabeza los Ministerios de Relaciones Exteriores, Energía, Educación y la Oficina de la Presidencia, ya que no pudo ser electa presidente porque la dictadura militar antecedente modificó la constitución para impedir que lo fuera, incluyendo una condición específicamente dirigida a ella: el país no puede tener un presidente con hijos que tengan pasaporte extranjero (y sus hijos tienen la nacionalidad británica…). «Sesenta días en el poder», me comentó con una gran sonrisa uno de los muchachos que trabajaban en el hotel en que nos hospedamos en Yangon. La gente cuenta los días en que Suu Kyi ha estado al frente del gobierno, aunque sea a la sombra.
Existen fuertes conflictos étnicos al interior del país entre el grupo mayoritario, los Burman o Bamar (budista), y las diversas minorías, lo cual ha resultado en violentos enfrentamientos e incluso la salida en masa hacia los países vecinos, principalmente Tailandia (ya que el resto de los países del Sudeste Asiático no los recibe…). Aung San Suu Kyi ha guardado silencio hasta el momento sobre ésta situación, y la falta de acción ha sido fuertemente criticada internacionalmente, y cuestionada incluso por el Dalai Lama. Justo hace un par de meses, cuando viajé al sur de Tailandia, conocí a Li-Sóo, un exiliado de Myanmar (factotum del hotel en el que me hospedé, propiedad de unos amigos de Groud), del grupo minoritario de los Karen, quien tuvo que huir con su madre a los 7 años de edad después de que su padre fuera asesinado en uno de estos enfrentamientos… En Chiang Mai, en el norte de Tailandia, también se encuentran asentamientos de Karens, desafortunadamente hoy convertidos en un atractivo turístico ya que algunas mujeres decoran sus cuellos con anillos de bronce desde muy pequeñitas, alargándolos de forma desproporcionada como un signo de belleza. Otro grupo, los Rohingya (musulmanes), no son reconocidos como ciudadanos, a pesar de vivir en el territorio por generaciones… por cientos de años… Otro pueblo, los Mon, introdujo el Budismo Theravada en el Sudeste Asiático, siendo uno de los grupos más antiguos en el área, quienes construyeron las bases de la civilización birmana… hoy la mayoría vive en Tailandia y los pocos que quedan en Myanmar pelean por conservar su lenguaje y cultura, así como ganar más peso político…
Pero la historia de conflictos no se limita a la época moderna.. Sólo con Tailandia peleó 40 veces, obteniendo la victoria en dos ocasiones, la última de las cuales terminó en la destrucción de la ciudad de Ayutthaya en 1767, el incendio de sus templos, la decapitación de todas las imágenes del Buddha, y el saqueo del oro de la ciudad, que fue llevado a Yangon para construir la Pagoda de Shwedagon, de 99 metros de altura. Este tipo de contradicciones no dejan de sorprenderme.
Este post definitivamente no pretende ser un ensayo sobre historia y política de Myanmar… pero sólo conociendo un poco de su historia puedo entender lo que tengo en frente… Dicen que los viajes ilustran… I couldn’t agree more…